jueves, 5 de junio de 2014

El Entierro de Manuel, una Espera de Treinta y Dos Años

Pacux, Rabinal, Baja Verapaz, Guatemala.
14 y 15 de mayo, 2014.


El 14 de mayo de 1982, Carmen Sánchez Chen dejó a su hijo Manuel, de casi tres años, encargado con su vecina mientras se iba a bañar al río Chixoy. Ya habían pasado dos meses desde que el ejército guatemalteco y patrulleros de autodefensa civil de Xococ habían masacrado a 177 mujeres, niños y ancianos de su aldea Río Negro.

Carmen y su esposo Bernardo abandonaron Río Negro a mitades de Febrero del mismo año debido a los rumores de violencia que se daban. Ahora vivían con otros refugiados y sobrevivientes de su comunidad en la aldea río abajo de Los Encuentros. “¿Que podrá pasar?” pensó Carmen mientas caminaba rumbo al río.


En 1982, la aldea maya achí de Río Negro tenía aproximadamente ochocientas personas. Sus habitantes fueron los primeros en pronunciarse contra el mega proyecto hidroeléctrico Chixoy que inundaría permanentemente su comunidad al igual que 22 otras aldeas vecinas dentro del valle del río Chixoy. Su resistencia a la reubicación fue declarada como subversión guerrillera por el gobierno militar – lo equivalente a una sentencia mortal en los peores tiempos de la tierra arrasada como estrategia contra-insurgente.

A finales de 1982, y después de 5 masacres, más de la mitad de la población de Río Negro había sido matada o desaparecida por el ejército y patrulleros. La Hidroeléctrica Chixoy, financiada por el Banco Mundial y el Banco Interamericano del Desarrollo (BID), fue concluida en noviembre de 1983 como se había planificado.


Mientras Carmen se bañaba en el río, repentinamente rugieron explosiones. Los disparos y gritos la ensordecieron. Se desató el caos, Carmen cruzó el río, se escondió, y antes de desmayarse, vio como un helicóptero se llevó a varios comunitarios – incluyendo su vecina Margarita y su hijo Manuel. La masacre de Los Encuentros había dejado un saldo de 79 personas muertas y decenas desaparecidas.
 

Entre enero del 2012 y abril del 2013, la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) exhumó 533 osamentas de 84 fosas clandestinas dentro de la antigua Zona Militar 21 en la ciudad de Cobán. La fosa número 15 contenía restos humanos de mujeres y niños con indumentaria y joyería que correspondía a comunitarios de Río Negro. Otras fosas, como la número 16 (ver fotografía), contenían decenas de osamentas humanas con las manos atadas detrás de la espalda y vendaje sobre los ojos.

Después de un análisis de ADN, se confirmó que los restos de Manuel Chen Sánchez yacían en la fosa número 15.

El 14 de mayo, 2014, Carmen Sánchez y Bernardo Chen velaron en su casa a su primogénito Manuel. Por más de veinte años la pareja ha vivido en el asentamiento de Pacux, en las afueras de Rabinal. Fue aquí, en esta aldea modelo controlada por el ejército, que los sobrevivientes de Río Negro eventualmente fueron reubicados después de la destrucción de su comunidad y la inundación de 50 kilómetros del valle del río Chixoy.
 

Carlos Chen, quien perdió a su esposa e hijos en la masacre de Pak’oxom en Río Negro, declara: “Justo ayer el congreso declaró que no hubo genocidio en Guatemala. Entonces, les preguntamos, ¿quién mató a Manuel?” Carlos Chen es el principal negociador para la Coordinadora de Comunidades Afectadas por la Hidroeléctrica Chixoy (COCAHICH).
 





Carmen y Bernardo específicamente decidieron llevar a cabo el velorio de Manuel la misma noche que comunitarios de Pacux conmemorarían el 32 aniversario de la masacre de Los Encuentros. Juan Manuel Jerónimo, guía espiritual maya achí y sobreviviente de la masacre de Plan de Sánchez, también en Rabinal, acompañó el evento.
 

Juan Chen, 80, sobreviviente de Río Negro, sostiene una vela mientras se hacen los preparativos para llevar a cabo una ceremonia maya.
 

En la mañana del 15 de mayo, 2014, Bernardo Chen (derecha), mira fijamente el féretro de su hijo Manuel antes de partir rumbo al cementerio.
 

Daniel Martín Chen Sánchez, 18, carga el féretro del hermano mayor que nunca conoció.
 

Raul Piox, 29, toca el violín delante de la procesión fúnebre que se dirige de Pacux al cementerio municipal de Rabinal.
 

Carmen Sánchez, de la mano con su hija menor, participa en la procesión fúnebre de su hijo Manuel.
 

El guía espiritual Simón Tecú Cortez (en azul) despide a Manuel antes de que sus restos sean ingresados a la tumba.
 

Exactamente treinta y dos años después de que perdieran a su hijo entre el caos de una masacre, Carmen y Bernardo finalmente lograron velar y enterrar a su primogénito Manuel – el eterno niño de tres años. “Muchas veces me imaginaba que entraría por la puerta, ya grande,” declara Carmen. “Aunque no creo que lo hubiera reconocido, pero siempre lo pensaba. Ahora, por lo menos, ya tengo un lugar donde visitarlo y llevarle flores.”


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Este fotorreportaje fue producido con el apoyo logístico de Derechos en Acción (Rights Action) y el departamento de Geografía de la Universidad del Norte de Columbia Británica (UNBC).

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